miércoles, enero 27, 2010

Piedra

-Decime que me querés, que me querés, o acá te morís...

No sólo era la amenaza. Era el calor, era el sol en contra: no podía ver el semáforo. Era la voz imprecisa, la patada exacta y expansiva justo en la boca del estómago, disparando sangre a la cabeza. Era la niña que iba en mi carro, petrificada en el asiento del copiloto.

-...ya, ya, que me querés decime o morís, te vas a morir acá...

Llevaba el vidrio abierto, tan solo la cantidad necesaria para que el hombre colara todo su brazo mugriento y lastimado. No me tocó, sino que abrazó la carrocería mientras se inclinaba hacia atrás, amarrándola, aferrándola a toda cosa. De cualquier forma, yo ya me había inclinado todo lo que podía lejos de aquella cara que ahora podía ver: pupilas grandes, cara sucia, mente rota, cuerpo joven, repulsivo, envalentonado, abandonado.

No había nada al final de aquel brazo sucio. Tampoco olía a alcohol. Estiré los dedos para presionar el botón y subir el vidrio, pero el brazo empujaba hacia abajo con tal fuerza que el vidrio se rompería; una fuerza directa y precisa que no coincidía con su forma de mirar, ni con el balbuceo.

-... que me querés, decime, me querés, decime, decí...

Y el semáforo no cambiaba. Sin observar demasiado, era fácil sentir que nada afuera cambiaba. La gente caminaba, el sol seguía azotándome la cara y el tipo me pedía que le dijera que lo quería.

-Quítese. -supliqué, -por favor, sólo quítese.

Dudó unos instantes. Parecía considerarlo. Decidió no forzarme.

-Andaaaaaate pues.

Deslizó con dificultad el brazo fuera del carro, una serpiente enferma de escamas oscuras. Se alejó revoloteando y zigzagueando, retumbando todo su cuerpo con cada paso, dejando bodoques de mugre en lugar de huellas.

Drogas, juventud y tristeza. Afuera nada ha cambiado, no: la gente camina y el hombre sigue triste.

Afuera nada cambia, jamás.

martes, enero 26, 2010

Cronos

Photobucket

El tiempo no soluciona nada.
El tiempo no es mi aliado.
El tiempo no cura nada.
No es más que un viejo decrépito y perfectamente puntual.

Mi cura, mi solución, mi única aliada: la voluntad.

Cronos se comió a sus hijos. ¿Qué podés esperar?