domingo, diciembre 24, 2006

Buenos deseos

Hoy quiero escribir unas cuantas letras acerca de estos días maravillosos. No se si ustedes compartan mi sensación. Las lucecitas en el frontispicio y el arbolito que hoy encendimos a las 7 de la mañana, el pannetone saliendo de su caja inundado la casa de emanaciones vestidas de vainilla, las ansias y el tiempo denso que queman el corazón de mi hermanita porque todavía son las nueve de la noche y la media noche parece tardarse cada vez más... es todo tan alegre, tan ligero, la falta de nieve no es la razón del calor que cobija los hogares. Pero lo que me parece mas loable y notable es la enorme cantidad de sentimientos que estas fechas despiertan, o más bien, que los hombres se permiten sentir en estos dias. El maravilloso calor de un abrazo luego de una larga ausencia, o la mesa servida a las doce de la noche. ¿Quién ha visto algo más hermoso que la pupila resplandeciente de un niño, el brillo inmenso que su cara descubre al quitarle a esa gran caja su envoltorio de colores? ¿Cuándo es sino en esta noche en que vemos colores sobre la inmensidad oscura y nos sentimos enormes, felices, sin siquiera preguntarnos como es que un montón de lucecitas nos hacen la vida mas placentera? Es increíble como es que puede haber tanta felicidad reunida en el minuto en que el cielo resplandece. Es contagioso, el calor y la alegría usan las miradas para trasladarse de alma en alma, comenzando por el niño y su espada nueva, y por con el anciano abuelo disfrutando de esa joven sonrisita que le recordó que sigue vivo y que Dios le ha dado una razón mas para seguir viviendo. Si, todo esto es maravilloso.

Muchos de ustedes quizá estén aprovechando para dar alguna limosna, para dejar el cambio sobre el mostrador, para llamar a un viejo amigo. Es algo muy reconfortante, te recuerda que estas aquí, que estás vivo, que otra Navidad llega y, así, otro año acaba. Pero consideremos específicamente las acciones de los que algunas personas toman en estas fechas. Y no, no forma parte de mis intenciones dar el discurso de dar limosna a escondidas o del verdadero significado de la Navidad. Tan sólo deseo que fueran los ojos de los hombres menos ciegos al abrir sus ojos y más observadores al cerrarlos. Deseo que nos fijemos que lo que en un principio fue una serie de movidas políticas y comerciales es lo que nos ha llevado a ser y sentirnos así hoy, a vivir, a ser más felices. Deseo que el mundo sea consciente que esta mejoría en su condición nace de hombres que pensaron, que manejaron y analizaron a las masas. Que pensemos, gritemos que, considerando esto, no es necesaria una tarjeta Hallmark o una corona en la puerta para sentirnos plenos, para compartir, para respirar hondo y sentir el rocío, para ser felices, pero que parece que nos reserváramos y esperáramos esta fecha todo el año como excusa para sentirnos más humanos. Señores, hoy quiero decirles que no necesitamos de excusas comerciales para disfrutar del mundo y de la vida. Tomemos esta Nochebuena como patrón, amigos míos, y seamos felices por la eternidad.

Es mi más sincero deseo que gocen de una muy Feliz Navidad y un año nuevo lleno de éxitos y prosperidad.

=)

martes, diciembre 12, 2006

Memorias grises


Descansa inerte sobre la mesa aquella rosa que me diste al partir. A medida que esa flor se marchita, las memorias se vuelven más vivas, más placenteras, ligeras potencias del alma, pequeñas llamitas de escenas que no acaban de extinguirse mientras se les ofrezca algo de aire, pues el telón nunca acaba de caer. Los pétalos se desprenden con los días y los meses, pero no se precipitan, sino que levitan, demasiado preciosos para caer sobre fango del olvido. Descansa grisácea sobre la mesa negra, escenario de una muerte lenta y maravillosa. Soy el apacible espectador que desde su butaca guarda en silencio sus críticas para el final. Por ahora, me limito a disfrutar del espectáculo.