jueves, junio 28, 2007

Tiempos inútiles

Los viejos fermentan sabiduría. Decía mi abuela que el hubiera es el tiempo más inútil del verbo y que el tiempo es el mejor médico que existe.

Hoy lastimé a alguien. Es extraño, se siente como si se prolongara ese momento previo al que se bosteza o se suspira, a ese instante ínfimo en el cual se siente como si una asfixia otrora tortuosa se compactara en unos cuantos segundos, destruyéndose inconscientemente con una profunda inhalación. Una extraña sensación de frío vacío que se mantiene vigente hasta que la razón de la pena se esfuma.

¿Arrepentimiento? ¿Melancolía? ¿Miedo, quizá? Sea cual sea la razón de la extraña sensación, es a mi parecer bastante molesta. Obliga al alma a sentirse insatisfecha de tranquilidad y molesta en su lecho de carne y calor corporal. Pero, de no sentirla, el hombre, conformista, volvería automáticamente a su zona cómoda, se adaptaría y modearía su mentalidad a su nuevo estado o circunstancia mental. No, no sería nada bueno.

Sin embargo, no todas las almas intranquilas tienen la misma habilidad para manejar su turbulencia. Por ejemplo, si se tiene algún problema, por ejemplo, con la familia, se tiende a afectar -no adrede en la mayor parte de casos, debo decir- al nivel académico o a la pareja. Resulta que el problema extiende sus ramas a otras áreas de la vida y afecta la paz interior, como una terca enredadera.

Los problemas, sean cuales sean, deben ser tratados uno a la vez y por separado. Se debe, ante cualquier cosa, identificar la raíz de la enredadera para poder arrancarla. Se debe saber el origen de todos los subproblemas, por denominarlos de alguna forma, para pensar en posibles soluciones. Sino, prontos nos veremos en un pantano repleto de enredaderas: amarrado con ellas de pies y manos quién sabe a qué y con los pies enterrados en el denso fango de las consecuencias.

Hoy mi alma está intranquila. No perdonará a mi mente el haber decepcionado al hombre al que ama. Mas para que haya vacío, deben haber corazas que lo albergen. Las corazas de mi alma siguen en pie, intactas.

Y mi amor por él, incondicional.

1 comentario:

Óscar Ávila dijo...

Esas corazas... después aunque intentemos ya no nos las podemos quitar.